La lavandería consolida al taller Ranzari de discapacitados en su 25 aniversario
El hospital Santa Marina se suma a la lista de clientes del centro que gestionan los ayuntamientos de Santurtzi y Portugalete
Pese a la crisis, aún existen lugares donde es posible respirar tranquilo. En sus 25 años de vida, el taller de discapacitados Ranzari, mancomunidad dependiente de los ayuntamientos de Santurtzi y
Portugalete, no ha dejado de generar contratos de trabajo para personas con disfunciones psíquicas. La entidad, que cuenta con un centro especial de empleo y un taller de formación ocupacional para
medio centenar de usuarios con mayor grado de discapacidad, nació en enero de 1987 tras la fusión de los locales que Lantegi Batuak tenía en ambos municipios. El taller arrancó con 17 trabajadores y
en los últimos cinco lustros el número se ha multiplicado hasta llegar a los 170 actuales.
Desde 2007, el centro ha contratado a 16 empleados y este año prevé incorporar «entre cinco y siete» más y aumentar su facturación en 200.000 euros respecto a 2011, hasta llegar a 1,97 millones. Será
posible gracias al nuevo contrato suscrito con el hospital Santa Marina de Bilbao para que la mancomunidad se encargue de su servicio de lavandería durante los próximos dos años, prorrogables a dos
más. «Es un acuerdo importante. En estos tiempos ya no sólo se trata de mantenerte, sino de ser capaces de generar empleo», señala el director de Ranzari, Gabriel Gutiérrez.
En sus orígenes, la base eran las artes gráficas. La línea de marroquinería y de álbumes de fotos no tuvo el efecto esperado, pero la de carpetería y archivadores fue el no va más. «De aquí salían
más de un millón de las carpetas azules de anillas que ahora se venden en establecimientos chinos», explica. En la actualidad, 60 empleados trabajan en la sección cosiendo estuches, forrando libros o
escaneando documentos. Pero la crisis y las nuevas necesidades del mercado han llevado al sector a un período de «recomposición» y ya se barajan nuevas alternativas. Pese a todo, Ranzari no
contempla, de momento, desmantelar una sección que sigue dando sus frutos.
Para que los resultados empresariales continuaran siendo positivos, los responsables del centro reinventaron el taller. Así, hace 9 años se potenció el servicio de lavandería, con clientes como la
clínica Guimón, el hospital San Juan de Dios, la residencia municipal de Getxo o el reciente acuerdo con el hospital Santa Marina. Además, Ranzari cuenta con una brigada de jardinería que se encarga
de varios parques de Portugalete -unos 50.000 metros cuadrados- y jardines de la periferia de Santurtzi -120.000 metros cuadrados-, un contrato que la entidad y el Consistorio marinero han renovado
hasta 2013.
Cuadrillas y matrimonios
Estas tareas han permitido la integración de este colectivo. Cuando Gutiérrez tomó las riendas del taller hace casi una década sólo existía la sección de artes gráficas y aquello parecía «un gueto».
«Nuestra obsesión ha sido que se vea a los empleados. Estaban algo aislados y hemos querido demostrar que pueden hacer un trabajo normal». La evolución también ha sido positiva para las relaciones
entre los propios trabajadores. «Hace 25 años, venían, trabajaban y se marchaban, y ahora hay cuadrillas que salen juntos e incluso matrimonios», argumenta.
El futuro de Ranzari es alentador, pero surgen preocupaciones a corto plazo. Algunos trabajadores llevan toda la vida en el centro especial de empleo, y con la jubilación al caer les costará salir.
Saben aprovechar su tiempo de ocio y no tienen la sensación de que han trabajado suficiente como para dejarlo. «No quieren. Les dices que tienen edad de jubilarse y te responden: 'sí, para
aburrirme'. Se sienten tan útiles que no piensan que esta etapa tienen un final», zanja Gutiérrez.
Fuente: elcorreo.com/vizcaya